Ayana V. Jackson: “Cuando era niña, sentía vergüenza de ser negra”

Ayana V. Jackson (East Orange, Nueva Jersey, 48 años) hace fotografía para la Ayana V. Jackson de cinco años que sentía vergüenza por su cuerpo negro. Para sanar ese dolor, la socióloga y fotógrafa estadounidense se sumerge en archivos fotográficos de África, América Latina y Norteamérica para, luego, “darles la vuelta” con autorretratos que desafían la imagen de los cuerpos colonizados y esclavizados. Ha repetido la operación en los últimos 20 años y de ahí han salido series que han llamado la atención de la comunidad artística internacional como Archival Impulse (Impulso archivístico), que se inspira en el archivo del fotógrafo Alfred Martin Duggan-Cronin sobre indígenas africanos o como You Forgot to See Me Coming (Olvidaste verme llegar), en el que retrata la revolución mexicana con valientes y fuertes mujeres afrodescendientes cabalgando y empuñando armas.
V. Jackson ha aterrizado en Madrid con su exposición Nosce Te Ipsum: Membrum Fantasma en el Museo Nacional de Antropología, como proyecto principal del festival de fotografía PHotoEspaña 2025. Es la primera vez que expone en una institución europea y lo hace con una muestra que mezcla un poco de lo que ha sido su vida: la búsqueda por sanar el dolor que ha producido el colonialismo y la esclavitud, su fascinación por los afrodescendientes en México y las preguntas incómodas que se hace sobre su trabajo.
Pregunta. ¿Qué significa el título de la exposición?
Respuesta. Elegí Nosce Te Ipsum [“Conócete a ti mismo”, en latín] porque vi la frase en la entrada al Museo Nacional de Antropología y me pareció una provocación interesante. El museo está en el proceso de descolonizarse y eso es un acto [de España] de conocerse a sí mismo como país. Y Membrum Fantasma viene del síndrome del miembro fantasma, la afección neurológica que se produce cuando alguien ha tenido una amputación y tiene sensaciones, incluso dolor, en ese miembro que ya no está. Y todo esto está vinculado a mi deseo de entender y explicar por qué, como mujer afroestadounidense, hablo de personas negras en México, por ejemplo.
P. ¿Qué tiene que ver el concepto del miembro fantasma con su trabajo sobre la representación de personas negras en la fotografía y en el arte?
R. Como afrodescendiente, siento que estoy dentro del tema. Pero al mismo tiempo, me siento una intrusa. Como artista, necesitaba hacer algo para comunicar esa incomodidad y el concepto de miembro fantasma fue la forma de hacerlo. Creo que muchas personas de ascendencia africana somos miembros fantasma del cuerpo principal, que es África, y, al mismo tiempo, somos miembros fantasmas de los demás. Hay algo que sucede cuando nos vemos unos a otros... Al menos en mi caso, ver a otros sana ese dolor del miembro fantasma.
P. ¿Cómo lo sana?
R. Existe la terapia del espejo, que se usa para personas con amputaciones. Ponen el espejo de tal forma que tú y tu cerebro, por ejemplo, vean ambas piernas. Luego, los doctores masajean esa pierna y la persona siente alivio. Fue lo que hice en el vídeo, La terapia del espejo, que está en la exposición.
Creo que muchas personas de ascendencia africana somos miembros fantasma del cuerpo principal, que es África, y, al mismo tiempo, somos miembros fantasmas de los demás. Hay algo que sucede cuando nos vemos unos a otros...
P. ¿Por qué se ha interesado tanto en México entre todos los países latinoamericanos con población afrodescendiente?
R. Estudié Sociología y mi tesis fue sobre las relaciones raciales en América Latina y el Caribe. Hice trabajo de campo en República Dominicana y Argentina, pero sentí que debía estudiarlo también en América Central y del Norte. Se me ocurrió México, porque había visto el trabajo del fotógrafo Tony Gleaton allí. En 2002, fui con el escritor Marco Villalobos a la región de Costa Chica, que tiene una de las mayores poblaciones afro de México, y a Veracruz. Hice retratos, y él, increíbles textos a partir de entrevistas, y publicamos African by Legacy, Mexican by Birth (Africano de herencia, mexicano de nacimiento). Luego gané una residencia artística con Alturas Foundation y fui a Coahuila, porque me interesaba la historia del afromestizaje en la frontera entre Texas y México.
P. ¿Por qué tiene esa fascinación por los archivos?
R. Cuando estudié en la Universidad de las Artes de Berlín y presenté los retratos que había hecho de afromexicanos, un compañero alemán me preguntó por qué sí estaba bien, desde el punto de vista de la representación, que yo fotografiara a personas solo por ser negras. Al final, soy privilegiada, soy estadounidense y lo único que comparto con ellos es vivir en un cuerpo negro en esta época, postcolonial y postesclavista. Esa pregunta me hizo entender que he hecho todo esto porque tenía un problema con la forma en que mi cuerpo negro había sido representado. Me di cuenta de que no se trataba de ellos, sino de mi propia negritud y de cómo estábamos conectados. Con el tiempo, empecé a hacer fotografía desde un punto de vista más informado. Y para entender los fundamentos de la fotografía, tienes que mirar el archivo, entender los puntos de vista.
P. ¿Y qué ha comprendido al ver los archivos?
R. Quiero darle la vuelta al archivo. Los archivos fotográficos no dignificaban el cuerpo colonizado, el cuerpo africano, el cuerpo esclavizado. Ahora, mi trabajo como artista es pedir al público que vuelva a visitar el archivo conmigo y que tengamos esa conversación sobre la dignidad.
Cuando era niña, sentía vergüenza de ser negra
P. ¿Cree que la fotografía fue un medio para perpetuar el colonialismo?
R. Definitivamente lo fue. La fotografía es poderosa y, si quieres, puedes deshumanizar a la gente. La fotografía nace en la mitad del siglo XIX, más o menos al tiempo que el colonialismo desenfrenado, y acortó los tiempos en los que se traía la información. A un pintor, en el siglo XVIII, le tomaba muchísimo más tiempo viajar, hacer los cuadros de castas y llevarlos hasta Europa. Ahora, no sé si los fotógrafos de ese entonces querían necesariamente ser racistas, o contextualizar así lo que sucedió. Lo que pasa es que las imágenes pasaban por tantas manos en el proceso de edición... Creo que los cuerpos del Sur Global y los cuerpos no occidentales han sido enmarcados, literal y figurativamente, por la historia de la fotografía.
P. ¿Por qué reinterpreta esos archivos con nuevas fotografías en las que usted es quien posa?
R. Cuando era niña, sentía vergüenza de ser negra. En la escuela, empecé a ver que era diferente de otras niñas. Y cuando aprendíamos Geografía los demás decían ‘¿De dónde eres? ¿De África? Oh, eras un esclavo’. Todo mi trabajo es por esa niña. Tengo ese deseo de ver mi reflejo con dignidad.
EL PAÍS